Marruecos on the rocks.
De Erfoud a Nador, bueno en realidad a Melilla.
Escrito por Javier (Navegante), fechado el 14 de octubre de 2017.
El sol asomaba por entre las montañas lejanas, y la claridad hacia ya un rato que nos rodeaba, aclarando las formas inertes de la noche. Es una alegre mañana, Javier estará a punto de llegar, veo como se preparan los moteros y las motos y casi sin darme cuenta estamos otra vez juntos, coloca las bolsas en las maletas, los cachivaches, el porta "roadbook" y coloca el baúl.
- Blanquita salimos un poco antes porque tenemos que cargar combustible, luego iremos con Alejandro, Daniel, Alberto, José Manuel... bueno con José Manuel he pasado todas las noches de este Punta a Punta, como es tan grande, en todas las camas le sobresalen los pies por fuera, menos mal que no hace frio... era una estampa un poco cómica. La compañía y la charla se agradecen en los momentos de descanso del los hoteles.
Dicho esto, partimos hacia la gasolinera cercana y desde allí tomamos rumbo norte, el viaje vuelve a comenzar otra vez, pasamos aldeas y volvemos a entrar en carreteras que ya leemos a la perfección, como si hubiéramos conducido entre las mismas muchos días.... bueno en realidad así ha sido, ahora me doy cuenta que llevamos una semana en Marruecos. Parece que fué ayer cuando nos embarcábamos en Motril.
Pasamos entre palmerales enormes, apostados en las suaves laderas de los arroyos, ya hemos visto muchos parecidos, pero me siguen sorprendiendo y me alegran, es acogedor el verde en contraste con la sórdida soledad de las enormes extensiones de tierra y arena de las zonas semidesérticas que los rodean, son como faros de vida entre cañones de inertes testigos pétreos del tiempo que pasa de forma inexorable.
El asfalto esta en buen estado y las carreteras nos permiten mantener un buen ritmo, atravesamos ahora enormes extensiones montañosas, salpicas de pequeñas aldeas. Siguen las rocas y los montes, con cardos, platas enanas y rebaños de cabras y ovejas. Vamos rodeando el Atlas medio, paralelos a veces a cauces de ríos que dan esplendor al horizonte ocre y otras en cañones y llanuras de eternos cielos, azules, limpios de nubes, sin mácula alguna. Cruzamos cañadas profundas, como heridas en las entrañas de estas tierras que pasan de ser fértiles a desiertos con la misma facilidad que explotan mis cilindros, casi sin darte cuenta. Vamos susurrando entre suaves brisas y el ruidoso runrun de mis zapatos no llega a sentirse lo suficiente como para impedirme oír los motores de los coches y camiones de deformada carga que cruzamos.
Vamos en grupos, siempre hacia el norte, variando rumbo este a tramos. El asfalto no nos abandona y eso reconforta a Javier, le noto tranquilo, se que le duele el pie derecho, pero ahora parece levitar sobre mi, vuelve a disfrutar del entorno maravilloso que nos rodea. Mis pulmones están limpios, bocanada a bocanada, siento el país que atravesamos, el aire entra en mis cilindros y me regodeo en cada una de las miles de explosiones que empujan nuestros cuerpos hacia lo desconocido, hacia adelante. Hoy yo también voy más relajada, me fundo con Javier y observo los cerros de planas cimas, las cañadas y las aldeas de abobe y cemento, busco la mirada de los aldeanos y encuentro a los burros como infatigables compañeros de fatigas, los carromatos y las obsoletas motocicletas parecen tener un pasado común, algo me dice que tenemos más en común de lo que parece.
Volvemos a parar, en una gasolinera de un pueblo de cierta importancia. Después del repostaje seguimos el camino, vamos solos, el grupo siguió adelante en un cruce. Me sorprende cruzar un enorme puente que une las dos orillas de la ciudad que el cauce casi seco del rio ha creado. Seguimos adelante por carreteras de buen asfalto, a la salida de una rotonda están los amigos del "STAFF", indicándonos que paremos en las cercanías de un restaurante. Javier se mete en el establecimiento, no antes de decirme:
-Tu ya has comido, ahora me toca a mí.
Mientras espero, cerca de una pequeña construcción de la que sale mucho humo, me doy cuenta que es la cocina del restaurante, la carne se hace aquí en el fuego. Espero que Javier "repueste" bien y aguante bastante, aunque no suele parar mucho cuando viajamos, casi más para beber que para comer.
Terminada la hora de la pitanza, tomamos de nuevo la carretera, ahora vamos en convoy hacia nuestro destino. Entramos en las llanuras del este del Rif, todo es fértil, llenos de una moribunda vegetación preparándose para el invierno, pero que fue frondosa en primavera. Se ven extensiones de siembra convertida en rastrojos, frutales, maíz y zaina para los animales.
Empezamos a atravesar ciudades mas y mas grandes cada vez, entra ellas extensiones de valles y enormes llanuras. La noche se anuncia con su manto de estrellas y entramos en Nador. El caos que habíamos conocido el primer día, nos parece ahora normal, vamos pendientes de la frontera y el puerto. Justo antes de llegar a la frontera, la noche esta ya encima de nuestros cuerpos, paramos en pelotón en otro restaurante, la cena de los "riders" esta preparada, nosotras nos quedamos en un improvisado parque cerrado, a la vista de todos, pero vigiladas, para nuestra seguridad. El día se marcho a descansar y ahora bulle la noche en la ciudad de Nador.
Después de la cena, lanzamos nuestros cuerpos hacia la frontera, tenemos que cumplir con los trámites burocráticos de la aduana. Esta vez estamos más tranquilas, los papeleos se hacen con rapidez, gracias a las gestiones de la organización, avanzamos otro paso más hasta quedar a la espera en el puerto para embarcar.
La noche nos acompaña en estas horas antes de embarcar, poco a poco van entrando coches, camiones y autocares en la enrome barriga del barco. Han entrado ya los coches de la organización y solo quedaos las motos por embarcar, otro grupo de motos, que no pertenecen al grupo que hemos pasado estos días en Marruecos, también está a la espera de atravesar la enrome garganta del buque. De pronto las rampas de ascenso al barco, lentamente se empiezan a cerrar y nosotras y los "riders" nos quedamos sorprendidos, son momentos de confusión, se oyen voces de protesta y parece que los responsables del barco se desentienden de nuestras quejas... a lo lejos, el barco suelta los amarres y se aleja del malecón, cada vez con más velocidad comienza a desaparecer en el oscuro mar que mezcla la oscuridad del cielo con la del mar.
Estamos en tierra. Los "riders" se reúnen y se vierten opiniones y soluciones, ir a Ceuta, volver a Melilla, esperar otro barco desde Nador, todo es una confusión, pero ante este caos surgen las ideas de los organizadores que están ya hablando por teléfono con Borja. Empiezan a darse soluciones y Javier se me acerca para decirme:
- Estamos en tierras internacionales, la mejor opción es volver a Marruecos, y aprovechar esta noche ya perdida para pasar la frontera de Melilla, buscar un hotel y dormir algo para mañana intentar volver a la península, pero ya estaríamos en España y el tiempo de la frontera lo ahorraremos para mañana.
Javier coge toda la documentación, se acerca a la aduana y en una perfecta cola organizada, se empiezan a hacer las gestiones para volver a Marruecos, por una parte los Gendarmes de la aduana Marroquí y por otra la organización, hacen que estos trámites sean muy rápidos.
Ponemos rumbo a la aduana de Melilla, una vez que estamos ya en terreno Marroqui, vamos flanqueados por un coche de la gendarmería de Marruecos, con el responsable de la aduana, para abrirnos camino y por el camión de Toni, que también se ha quedado en tierra. Así acompañados, llegamos a la aduana de Melilla y allí nos espera nuestro amigo de la ida, está avisado por Toni, de la organización, y facilita la labor del último papeleo para habilitar el paso hacia España. Gracias a la predisposición de los Agentes de Marruecos y a la intervención de los responsables de la organización, todo se acelera y en poco tiempo vamos ya, dentro de España, al hotel con el que se han concertado algunas habitaciones. Un grupo de motos se queda en el primer hotel, mientras que otras salen a buscar otro que pueda dar cobijo a todos los "riders".
Son las tantas de la madrigada, Javier estaciona en un hueco en la calle, coge las bolsas, cierra las maletas y el baúl y rendido de cansancio marcha hacia el hotel, no sin antes decirme:
- Esto Blanquita también forma parte de los viajes. Hay que saber improvisar y la verdad es que nos ha salido bastante bien. Gracias al "STAFF", los amigos de Nador y el cuerpo de Gendarmes de la Aduana Marroquí, que se han puesto a nuestra disposición, echándonos una mano en todo. Me he sentido arropado, cuidado, casi mimado, estoy muy orgulloso de haber tenido esta experiencia, ya que en estos momentos es cuando te das cuenta de lo importante que es la colaboración y desde luego del "STAFF" ya me lo esperaba, pero Las Gentes de Marruecos han reaccionado como si ellos fueran los afectados, son excepcionales.
Con estas palabras y los ojos húmedos de emoción, Javier se aleja en dirección a la cama que tanto necesita. Mientras, yo me aletargo sintiendo la humedad de una noche ajetreada, los sonidos de la ciudad de Melilla van lentamente espaciándose, indicando que la hora del descanso ha llegado para todos. Mañana ya veremos, hoy hemos disfrutado de un día mas de viaje y emoción...